Hijos Míos, todo aquel que no aparte su mirada de la cruz irá por caminos
rectos de salvación, porque ya os lo dije en Mi vida pública, quien quiera
salvar su vida la perderá y el que la perdiere por Mi la salvará (Mt 16,25) Yo,
Jesús, os hablo.
La cruz que tanto rechazo os produce, es puerta directa para entrar en el
Cielo, y ese temor que tanto le tenéis al sufrimiento está más en vuestra mente
contaminada que en la realidad, porque Yo Soy un Dios de amor y no doy a Mis
criaturas más de lo que puedan soportar. Por tanto hijos, ese miedo a padecer,
a pasar tribulaciones, a sufrir, debéis equilibrarlo más, porque hijos, la cruz
es necesaria para santificaros pero es imprescindible para salvaros. Yo, Jesús,
os hablo.
Cierto que cada cual tiene su cruz según sus fuerzas y sus disposiciones,
según su amor y su necesidad. No doy la misma intensidad de sufrimientos a unos que a otros, porque hay quienes necesitan
sufrir más para salvarse por la vida que han pasado de disipación y
frivolidades, por eso, el mérito de la cruz está en saber aceptarla con
paciencia y sin exasperarse, pero si además la aceptáis con amor, reconociendo
que es necesario que padezcáis para vuestro bien, adelantareis con esa
aceptación mucho en poco tiempo y recuperareis el tiempo perdido. Yo, Jesús, os
hablo.
Los sacerdotes deben padecer también porque ellos son Mis representantes
y son otros “cristos” en la Tierra.
Ellos deben fortalecerse con la oración constante y el cumplimiento fiel en sus
deberes ministeriales, porque el enemigo de las almas ataca con más saña a los
sacerdotes que a otras almas ya que los odia mortalmente. Yo, Jesús, os hablo.
Pero hijos, tanto sacerdotes como seglares, no os olvidéis que Yo estoy
con vosotros, muy cerca de quienes sufren, dándoos en todo momento Mi gracia
para que no sucumbáis al desaliento y a la desesperación. Muchas veces la
sombra de la cruz es para vosotros más grande que la cruz misma y os hace
sufrir más vuestra imaginación o suposiciones, que la realidad. Así que hijos,
estad fuertes en la oración y veréis como el sufrimiento pasa por vuestra vida
sin apenas afectaros, porque Yo otorgo a través de la oración los medios
necesarios para que podáis sufrir sin desesperaros para gloria de Dios y bien
de la Iglesia. Yo, Jesús, os hablo y os instruyo. Paz a todo aquel que leyendo
este mensaje lo cree y lo pone en práctica.