Hoy
en día las multitudes van y vienen a sitios donde creen encontrar a Dios, y se mueven,
y peregrinan, y se apuntan a esto y a lo otro, pero no encuentran a Dios, sino
una caricatura de Dios. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Porque
Dios está en la verdad, en el silencio, en el recogimiento, en la entrega, en
la caridad, en el amor, en la misericordia y en todos esas cosas, que son
virtudes elevadísimas que Yo, Espíritu de Dios, infundo en el alma que es
humilde y tiene buenas disposiciones. Pero hijos de Dios, a Dios no lo vais a
encontrar en el ruido, en la disipación, en los bullicios o multitudes, porque
Dios está en el alma que cumple Sus mandamientos y hace en cada instante Su
voluntad, y esos viajes, y esas convivencias que tenéis que muchas de ellas os
disipan más que os recogen, son vivencias más mundanas que otra cosa, aunque
empleen el santo nombre de Dios para atraer a las almas.
Debéis
pedirme discernimiento, debéis pedirme luz y sabiduría para que seáis guiados
por Mí y os de a cada uno lo necesario para vuestra santificación. Hijos, sabed
escoged bien los caminos auténticos que os harán encontraros con Dios. No digo
que esas convivencias sean malas, no, pero sí que a muchos os disipan más que
os recogen. Yo, Espíritu de Dios, os hablo.
Vais
a cantidad de sitios a buscar al Señor y lo tenéis a la vuelta de la esquina de
vuestra casa en el Sagrario, y que pocas almas le dan su tiempo y su amor en
soledad y silencio. Os gustan las novedades, los estruendos, las sensaciones,
pero no os gusta estar a solas con el que os redimió. Yo, Espíritu de Dios, os
hablo. Y es que para estar a solas con el Señor en el Sagrario necesitáis tener
Mi don de piedad que no todos los tenéis. Por eso, hijos de Dios, acudid a Mí y
pedidme Mis sagrados dones, para que seáis almas verdaderamente de Dios y de
oración y cuya luz alumbre a los de vuestro entorno. Yo, Espíritu de Dios, os hablo
y os instruyo. Paz a todo aquel que ponga en práctica este mensaje.